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Autoridad de forma genérica se puede definir como el tipo de relación de poder e influencia que se establece entre dos o más personas mediante la cual uno de los agentes posee poder para modificar las formas de actuar o pensar de otras personas o seres, pudiendo, la persona que la ejerce tomar decisiones que son obedecidas en mayor o menor medida y con mayor o menor grado de aceptación por parte de los demás.

Autoridad moral es otorgada en base al respeto, por experiencia o cualidades manifestadas por el líder.

Autoridad en el caso de ser padres o madres de familia va en función del crecimiento personal que nos esforzamos en obtener, con el objetivo de dar un mejor ejemplo a nuestros hijos. Pues el ejemplo arrastra, cuando hay congruencia entre lo que enseñamos y actuamos.

El amor es importante hacerlo sentir, cuidándolos y compartiéndonos, es decir brindando tiempo de calidad, en la mejor disposición a nuestros hijos.

Se puede definir también como un servicio que incluye un proyecto educativo paralelo entre padre y madre, con normas claras bien fundamentadas en valores éticos y morales, que logren que padres e hijos miren hacia un mismo lado.

Es importante enseñar el sentido de libertad que se encuentra estrechamente ligado al de responsabilidad. Si tenemos establecidas estas normas claras, habrá que ligarlas a una consecuencia al hecho de desobedecerlas. La consecuencia debe ser siempre la misma, aunque nuestro estado de ánimo sea diferente, con lo cual se dará certeza y seguridad al niño.

En nuestra condición de seres humanos falibles lo mas probable es que caigamos en algún error o falla pero lo mejor será aceptarlo y en su caso pedir una disculpa, lo cual promoverá un ambiente de confianza y autenticidad.

La comunicación y colaboración entre padres y maestros complementa la educación, definiendo ésta última como: “el desarrollar en cada persona lo mejor de sí mismo”.

Cierto grado de frustración en su niñez, les ayudara a crecer, pues deben saber que no todo lo que quieran lo podrán obtener. Procurar que ganen lo que desean, y no lo tengan todo inmediatamente, posponer la gratificación.

Conforme llega la adolescencia se puede ir reflexionando con ellos, dispuestos a escuchar lo que quieran expresar con respeto, y haciendo memoria de lo que nosotros mismos vivimos en esa edad. Paulatinamente debemos ir soltando, de acuerdo a su nivel de madurez.

Si se inculco un buen sentido de responsabilidad, aunado a ese estrecho lazo de cariño, podemos “devolver la pelota a su cancha” con la frase: CONFIO EN TI, pues esa confianza depositada en ellos, no les será fácil defraudarla.

Tenemos que recordar que van a tener que vivir experiencias sin nosotros, para poder crecer.